REQUIEM (1871) Franz Liszt
Una luz diferente
Franz Liszt (1811-1886), que tomó cuatro órdenes menores de la iglesia en 1865 y desde entonces se hacía llamar abate, parecía tener un fuerte sentimiento religioso. Admirado en las cortes y salones elegantes de Europa como uno de los más grandes pianistas, conocido por sus conquistas y devaneos amorosos tenía, sin embargo, una fuerte inclinación mística. En la última mitad de su vida, Liszt, que “vestía su sotana como un uniforme militar”, compuso una gran cantidad de música religiosa; escribió su Réquiem para voces masculinas (coro y cuatro solistas), órgano y timbales en 1871, en un momento en que, además, su vida había dado un giro trágico: a finales de 1859 muere su hijo Daniel de enfermedad pulmonar; su hija más joven, Blandine, fallece en 1862 tras un parto, y en 1866 pierde a su madre. Influenciado por el Cecilianismo del siglo XIX (huyendo de la música operística a favor de líneas más simples) Liszt fusionó en su Requiem el estilo romano arcaico, que parecía volver a Palestrina, con armonías atrevidas, poco ortodoxas, llenas de cromatismos y experimentos con las escalas de tonos enteros que anticipan de alguna manera Parsifal y la revolución wagneriana. Las melodías son del propio Liszt, que no recurre al canto llano gregoriano, aunque éste parezca inspirar toda la composición. Es este Requiem, en nuestra opinión, una obra ambiciosa, devota; quizá, difícil por su austera contención, por una expresividad casi siempre reprimida. Una obra que rehuye conscientemente lo sombrío, que intenta plasmar la visión cristiana de la muerte reconfortada por la esperanza. En palabras del propio Liszt: “Los compositores, en general, los grandes y los no tan grandes, pintan el Requiem oscuro, casi completa y enteramente negro. Yo, desde el principio, hice uso de una luz diferente (“autre lumiere”), que brilla a lo largo de la obra, a pesar de los terrores del Dies irae […] En mi Requiem, he pretendido dar expresión al carácter apacible, redentor, de la muerte”. En esta ocasión, se completa el concierto con algunos números del Requiem para órgano S.266 del propio Liszt, que compuso en 1883 inspirándose en la obra coral. |
Director: David Gálvez Pintado
Jorge Juan Morata, tenor I David Echeverría, tenor II José Antonio Hoyos, barítono Pablo Azpeitia, bajo Javier Odriozola, timbal Santiago Banda, órgano Coro Eugenia Echarren Jesús Mª Ayanz, Epi Echauri, Rubén Lardiés, Felipe Martínez, Luis Rodríguez (tenores I) Josemi Aldave, Carlos Chocarro, Juan Pablo Dabdoub, Santi Maiza, Daniel Monreal (tenores II) Alberto Oteiza, Juan López, Juan Izaguirre, Javier Garayoa (barítonos) José Miguel Aguirre, Antonio Ustés, Sergi Moreno-Lasalle (bajos) |